Esta exposición tiene lugar en la Sala 2 del Antiguo Instituto de Gijón, que estará presente hasta el 24 de septiembre. Bajo la tutela del comisario y amigo artista, Pelayo Ortega, se recoge un conjunto de pinturas, algunos cuadernos y escritos.
Comenzando por el título, alude a la idea de los gatos como bardos, músicos de serenata popular tomada del caudal literario mientras juega con el título de la obra de G.T. di Lampedusa, «El Gatopardo», donde se postulaba la decadencia aristocrática y los cambios aparentes de gobierno para que en el fondo, no cambie nada.
Rodolfo Pico fue uno de los autores fortalecidos en su entorno gijonés, desde Cornión hasta Gema Llamazares, con la osadía de ser fiel a sí mismo y a la pintura, estuviera de moda o no y con una dedicación intensa, con toques de su actividad como publicista que le dan cierto aire pop-art y en simbiosis con sus escritos intimistas.
Los asuntos en los que se prodiga se refieren al viaje trasatlántico, los barcos de papel y la papiroflexia, los faros estilizados, una Cuba ideal evocada a través de sus padres como emigrantes regresados con nostalgia, “El Pequeño príncipe” de Saint-Exupéry y algunos otros temas . Las referencias a otros artistas pintores y escritores son intensas.
El conjunto de la extensa exposición deja un regusto a obra bien enhebrada, brillante, de colores vivos y como los clásicos, con la capacidad de sobrevivir a sus orígenes para transmitir al público de hoy sus reflexiones, ironías y el muy asturiano toque burlón ante la vida misma con sus vicisitudes. La visualización de la exposición es un clásico de pintura y vitrinas bien espaciadas e iluminadas, con mucho que decir, una selección antológica de procedencias variadas que agradecemos a Pelayo Ortega, comisario de la misma. Estupenda memoria de su prematura desaparición.