Se dicen los poemas
Gabriel Celaya, fragmento de La poesía es un arma cargada de futuro, de Cantos iberos, 1955.
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Si, como decía Celaya, la poesía es un arma cargada de futuro, en «Un día inolvidable» (Museo Barjola, Gijón, hasta el 21 de mayo de 2023) la poesía es un florete vertebrador que con su hoja ensarta diseño gráfico, fotografía y cine performativo, bajo la responsabilidad respectivamente de Carlos Barral, Sergio Llunik, José Ramón Cuesta y Asur Fuente, para ofrecer una experiencia híbrida (fórmula que en Postigo Abierto nos gusta mucho explorar) mediante el empleo de lírica visual escrita, trasladando la palabra de su marco habitual a diferentes soportes y espacios (suelo, columna y paredes) y combinando imagen congelada y en movimiento, para conseguir una instalación humanista no exenta de crudeza, que trasciende lo meramente contemplativo.
El diseño juega con las tipografías, tamaños, colores e ilustraciones, como ligazón entre poesía e imagen, y la instalación nos va llevando desde una inicial habitabilidad, dulzura y belleza de la vida, hacia un oscurecimiento progresivo, trasladando las palabras a soportes más pobres, hasta acabar en la falta de aire, la asfixia.
«El dulce encanto de lo inadvertido» es el libro que, con diseño e ilustraciones de Llunik, provee los poemas breves de Barral, muchos nacidos en redes sociales y en tiempos pandémicos; poemas de vida, de amor, de muerte, de sexo, de luz, de amistad, de melancolía, de regocijo… acompañados por las fotografías en blanco y negro de Cuesta.
También en blanco y negro, pero en formato cine, es «Asfixia», obra de Fuente y protagonizado por el propio Barral. Una propuesta cinematográfica performativa (con vocación política, dura, con estética desasosegante, y con protagonismo para la muerte, la decadencia, la violencia y la metapoesía) en forma de poema visual breve como complemento al poema literario, en el que palabra e imagen se retroalimentan, rodado en los paisajes decadentes de la cuenca minera asturiana, y en el que se juega constantemente con opuestos. A la pulcritud, la pureza, el blanco, se contraponen el negro, la suciedad, la decadencia. Al ruido (con las pinceladas musicales de los Fasenuova) se contrapone la paz, la tranquilidad del absoluto silencio.
Pese al dominante pesimismo, la propia película incluye un canto a la liberación final, porque cuando nos domina la desesperanza, son la Poesía y el Arte en general lo que nos permiten seguir caminando hacia adelante.
Así que si os acercais a la instalación hacedlo preparados para cualquier cosa, porque ya sabéis que cualquier día puede ser un día inolvidable. Y no hagáis como nosotros, que no fuimos.