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_ARAR o no, esa es la cuestión

Accedemos a la Sala de Exposiciones de la Casa de la Cultura de La Pola de Siero. Última hora de la tarde de un viernes de una exposición con semanas de vida, un buen momento para disfrutarla sin gente.

La exposición reza con el título: VERÓNICA G. ARDURA_ARAR _AL COLOR DE CASIMIRO B. y desde el umbral, se recibe una información contradictoria: parecería una sala demasiado amplia para obras que en la lejanía se vislumbran de formato reducido, pero -como casi siempre- y aunque la primera impresión es importante, no menos lo es dar la oportunidad a una comprobación más cercana, porque cuando te introduces, terminas entendiendo que la disposición de obras en ese espacio está perfectamente calculada y diseñada.

Una exposición, especialmente si se trata de pintura no figurativa, puedes verla sin disponer de ninguna información previa o contando con ella. Puedes ir mirando e ir dejándote llevar, sin más, o también puedes analizar formatos, técnicas, materiales, texturas, formas, e incluso ir más allá e intentar buscar cosas donde quizá ni las haya, o quizá sí, quién sabe; cosas que quizá ni el propio autor conscientemente reconozca.

En el acceso nos encontramos con un rincón que la autora ha querido dedicar a Casimiro Baragaña, mostrando algunos trabajos para los que tomó de referencia algunos óleos de la etapa de paisajismo o floración lírica del autor poleso, jugando con el cromatismo característico de éste y con su vitalidad pictórica, utilizando para ello gamas no habituales en la verdadera protagonista de la exposición. Sin quitar relevancia a la figura del añorado Baragaña, mi interés estaba centrado en el resto de la muestra.

Quien suscribe mantiene la firme creencia de que la utilización del lenguaje, de las palabras, sea de forma consciente o inconsciente, dice mucho de personas, de las sociedades y transmite intenciones.

ARAR es el nombre vulgar con el que se conoce al alerce, la única conífera que pierde sus hojas en invierno, o al enebro, de cuyo fruto se extrae un aceite esencial con propiedades purificantes. Pero también, más comúnmente, es el verbo que se refiere a la acción de remover la tierra, a hacer surcos o a romper algún fluido. Y sin duda esta obra remueve, con sutileza y delicadeza, por lo que transmite de profundidad y sentimiento.

Por su parte, el guión bajo es un carácter proveniente de las antiguas máquinas de escribir que se utilizaba para subrayar palabras o frases en un momento en que aún no existían los procesadores de texto y que en lenguaje computacional se utiliza como espacio en donde éste no puede existir como tal. Pero también se utiliza en formularios impresos como línea sobre la que escribir determinada información requerida o sobre la que se requiere completar, según el número de guiones seguidos, uno o varios caracteres. Por esta razón, el guión bajo previo invita a dos posibilidades: a realizar una lectura sinistroversa o a completar el verbo.

En el primer caso, la lectura inversa de ARAR daría lugar a RARA, lo que podría ser una autodefinición personal y/o artística, en cuanto al uso habitual de un formato pequeño o al empleo de técnicas mixtas (acuarela, acrílico, lápices, ceras o collage). Quizá rara porque se empleen cuadernos de artista como soporte de obra, trasladando lo que puede ser la intimidad del proceso de trabajo diario hacia el exterior. O rara porque invita a acercarse a cada una de las pequeñas obras mientras, a la vez, te aísla del entorno. O rara por la reflexión orientalizante del uso de la mancha sobre el vacío, o porque sea la intuición la encargada de aportar información/sensaciones.

En el segundo, para completar _ARAR, en nuestra forma habitual dextroversa, nos encontraríamos con tres opciones: PARAR, TARAR y VARAR, o lo que es lo mismo, dejar de avanzar, colocar el peso en la balanza, y detener una embarcación fuera del agua para repararla o limpiarla, respectivamente. Podría ser que la autora se encuentre en un momento vital de valoración y contrapese el próximo rumbo de su obra, en un momento de pausa mientras arregla diversas contradicciones personales.

Pero si además lo completáramos con lectura de forma inversa, nos encontraríamos con RARAS, lo cual no nos aportaría más información que la anteriormente expresada, pero pluralizándola.

Dichas todas estas elucubraciones, que podrían tener cierta verosimilitud, o no, de lo que no queda duda es de que el trabajo de Verónica (o Berenice, «la que porta la victoria») demuestra una libertad fuera de cualquier corsé artístico y, resulta muy inspirador, por la finura, belleza y sensibilidad que transmite con el uso del color, las superficies y texturas, consiguiendo trasladar al espectador a mundos oníricos e imaginados.

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