Las performances (o arte en vivo o en movimiento) son una forma de arte en la que el artista crea una obra en vivo, ya sea a través de la actuación, la música, el movimiento o una combinación de estas formas que, a menudo, se realizan en espacios no convencionales, como en la calle, en galerías de arte o en teatros alternativos, y pueden ser una forma poderosa de comunicar una idea o un mensaje.
Aunque han existido durante siglos, su popularidad se extendió en el siglo XX gracias a artistas como Allan Kaprow, creador de las primeras «happenings» en la década de 1950, y que no eran otra cosa que eventos en los que el público se involucraba activamente y se convertía en parte de la obra de arte. En la década de 1960, el movimiento Fluxus también las popularizó, caracterizadas a menudo por su naturaleza absurda y cómica.
A lo largo de las siguientes décadas, las performances se convirtieron en una forma importante de arte contemporáneo, y artistas como Marina Abramovic y Laurie Anderson crearon algunas de las obras más influyentes del género. En la actualidad, se pueden encontrar en todo el mundo y continúan siendo una forma poderosa de comunicación artística que desafía las convenciones tradicionales de las artes visuales y escénicas. En lugar de crear una obra de arte que se puede observar de manera pasiva, las performances implican la creación de una experiencia en vivo que requiere la participación activa del público. Las performances también suelen ser efímeras, ya que la obra se crea en un momento específico y no se puede reproducir exactamente de la misma manera.
Las performances también son una forma importante de expresión política y social. A menudo se utilizan para comunicar mensajes importantes y provocar cambios en la sociedad. Por ejemplo, las del grupo activista Guerrilla Girls han utilizado el arte para abordar la desigualdad de género y el racismo en la industria del arte.
En la historia del Arte Contemporáneo pueden encontrarse muchos ejemplos de performances influyentes:
«Rhythm 0» de Marina Abramovic, en la que ésta se sentó inmóvil en una galería de arte durante seis horas mientras el público podía hacer lo que quisiera con ella, utilizando una serie de objetos que se proporcionaron, poniendo en cuestión las nociones de poder y vulnerabilidad en la relación entre el artista y el público.
«In C» de Terry Riley, obra musical considerada como una de las primeras piezas de música minimalista. Se compone de una serie de patrones rítmicos que los músicos pueden tocar en cualquier orden y a cualquier velocidad, lo que significa que cada interpretación es única.
«The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living» de Damien Hirst, es una obra de arte contemporáneo consistente en un tiburón tigre muerto en formol. La obra fue polémica cuando se exhibió por primera vez en 1991, y ha sido objeto de debate sobre su significado y su valor como obra de arte.
«The Kitchen» de Yoko Ono, en la que en una habitación vacía había una sola silla en el centro. Los visitantes de la galería eran invitados a sentarse en la silla y usar una serie de herramientas para cortar su ropa. La obra cuestionaba las expectativas del espectador y la relación entre el arte y el público.
«Four Saints in Three Acts» de Virgil Thomson y Gertrude Stein, ópera experimental considerada una de las primeras obras de teatro musical de vanguardia. Se caracteriza por su uso innovador de la música y el texto, así como por su inclusión de un elenco diverso.
«Untitled (I shop therefore I am)» de Barbara Kruger, consistente en una imagen de una modelo con el texto «I shop therefore I am» superpuesto en letras rojas y blancas. La obra se considera una crítica a la cultura de consumo y la identidad en la sociedad contemporánea.
«The Artist is Present» de Marina Abramovic, en la que ésta se sentó en una silla en el Museo de Arte Moderno de Nueva York durante más de 700 horas, mientras los visitantes se sentaban frente a ella y la miraban a los ojos, incluyendo a su ex compañero y ex amante, a quien hacía 23 años que no veía. La obra se considera una exploración de la presencia y la conexión humana.
En la actualidad, las performances continúan siendo una forma emocionante y poderosa de arte, y su impacto en la cultura y la sociedad sigue siendo verdaderamente significativo. Uno de los mayores reconocimientos a esta disciplina artística se produjo cuando Marina Abramovic fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021, valorando en su trabajo, según reflejó el acta del Jurado, «una componente sensorial y espiritual anteriormente no conocida. Cargado de una voluntad de permanente cambio, su trabajo ha dotado a la experimentación y a la búsqueda de lenguajes originales de una esencia profundamente humana. La valentía de Abramovic en la entrega al arte absoluto y su adhesión a la vanguardia ofrecen experiencias conmovedoras, que reclaman una intensa vinculación del espectador y la convierten en una de las artistas más emocionantes de nuestro tiempo».