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Pan y Toros… o de cómo la Danza Contemporánea entra en la Zarzuela

Todo empezó con un mensaje de WhatsApp: un amigo bailarín me pide permiso para darle a una coreógrafa conocida suya mi contacto. Así es como conocí a Manuela Barrero.

Manuela es bailarina, coreógrafa, creadora independiente, intérprete, asistente de dirección y por si todo ello no fuera suficiente, doctora en Historia del arte, estudios a los que llegó un poco harta de la precariedad, la necedad y la injusticia laboral que persigue a muchas grandes y talentosas bailarinas que en este país se fabrican como churros.

Hasta quince años tardó Manuela en volver a bailar y en ese reencuentro decidió que la danza contemporánea era para ella una opción más amable que la Danza Clásica en la que se había formado.

Su bagaje como bailarina y su formación universitaria hicieron que rápidamente encontrara un hueco en la escena de la Danza Contemporánea en España desde donde se comunica con un lenguaje propio bajo un proyecto al que llama «Manuela Barrero dIcAos» autodefinido como

«Un proyecto en el que el encuentro y retroalimentación entre diferentes disciplinas (artes plásticas, lo audiovisual, literatura, música, danza, teatro, pensamiento) y lo escénico, marca la línea que sigue en cada creación».

Inmersa en la selva artística madrileña, un sitio donde todo el mundo quiere estar pero donde no todo el mundo cabe, aparece Juan Echanove en su camino con un proyecto de coreografía para un género nada contemporáneo (la Zarzuela) con un título aún menos contemporáneo («Pan y Toros»).

Los elementos no pueden ser a priori más discordantes pero Manuela, con el valor y la valentía que se le suponen a las toreras, acepta el reto y plantea otros tres a sus nuevos productores:

  • habrá un elenco de bailarines profesionales que sólo bailarán, no serán figurantes que se mueven ni bailarines que figuran
  • las y los bailarines estarán presentes en toda la obra, pasando incluso en escena por delante de los cantantes
  • todas las piezas bailadas de la obra se someten a revisión contemporánea, incluyendo en ello las seguidillas del primer acto.

Manuela contrata entonces a un conjunto de excepcionales bailarines, tanto de Danza Española como de Danza Contemporánea, cuyos nombres están en los programas de mano y en la web del Teatro de la Zarzuela.

Programa de mano del Teatro de La Zarzuela

Con todos estos datos resulta muy curioso que ninguna crítica de la prensa asturiana haya mencionado, eludido, referenciado ni opinado sobre la danza que sin duda merecía un comentario por todos los motivos antes expuestos y que sólo necesitaron de una conversación con Manuela Barrero alrededor de un té.

NOTA: Tres de las bailarinas habían estado al menos en una de las diez ediciones de Estancias Coreográficas, un hito dancístico en la historia del Teatro Campoamor que nadie parece tener en su memoria.

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