Aunque para tomar decisiones algunos parecieran no tenerla, lo cierto es que físicamente hablando todos tenemos cabeza, y todas las tenemos similares pero ninguna igual. ¿Alguna vez te has preguntado adónde irán las mentes de las personas que «pierden la cabeza» y adónde la conciencia de quienes necesitan descargar la suya? Pues si se van a algún lado, éste bien podría ser a las cabezas, también todas similares pero ninguna igual, que -casi obsesivamente- realiza Juan Pérez (Oviedo, 1962), algunas de las cuales, hasta una treintena, realizadas durante los tres últimos lustros, se pueden ver desde el pasado martes 4 de abril en la instalación (más bien que exposición) «De vidrio y lodo» que se encuentra en la tercera planta del Museo Barjola de Gijón, comisariada por Pedro García Durán, y que en la inauguración contó con un muy numeroso público.
Cabezas esquemáticas, estilizadas, basadas en la síntesis, cerámicas a base de lodo, engobadas, esmaltadas…; cabezas inertes que, como si de un lienzo se tratara, cobran vida gracias al color y la luminosidad, doradas, blancas, polícromas,… Cabezas descontextualizadas, sin cuerpo, porque sin ellas no cabe la existencia (aunque sólo con ellas, tampoco). Cabezas inexpresivas sugiriendo un mundo interior. Cabezas hieráticas y herméticas, con reminiscencias cicládicas e incluso con lejano parentesco con los Moais de la Isla de Pascua.
Y es que una exposición (o instalación) puede ser, en realidad, varias: la que permite la obra del artista, la que permite el espacio expositivo y la que, jugando con ambas, propone el comisario potenciando la narración. Y ésta instalación es un claro ejemplo de esto último. Así, jugando escenográficamente con el espacio, grande y abuhardillado, muy luminoso por los grandes ventanales, se distribuyen cabezas dispersas por el amplio espacio.
Cabezas acomodadas sobre muebles y escaleras rescatados, cabezas reflejándose en espejos, cabezas reunidas como si de un tribunal se tratara, incluyendo a la ¿ejecutada?, colocada sobre un puntal a modo de picota como escarmiento y ejemplo para las demás que desde abajo la observan; cabezas sobre peana de libros o invertidas suspendidas del techo…
Si conoces de alguien que pudiera haber perdido la cabeza, la mente, la conciencia o el alma, no dudes en pasar por el Museo Barjola de Gijón hasta el próximo 2 de junio para comprobar si pudieran hallarse en alguna de las cabezas de Juan Pérez