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Las piedras vividas. Pilar Fdez. Carballedo

Comisariada por el autor de esta entrada, Pedro García, la exposición «Las piedras vividas» puede disfrutarse en el Museo Antón de Candás, y se encuentra integrada por veintisiete esculturas, de diversos formatos talladas en piedra y en madera así como por una docena de pinturas. Son cuadros y esculturas que reflejan la evolución del trabajo de Pilar Fernández Carballedo con obras que van desde los años 60 y 70 hasta la actualidad, que sorprenden tanto por la capacidad comunicativa de la exposición como por ser reveladoras de la particular estética de la artista.

Cuenta Pilar Fernández Carballedo (Trevías, Valdés, 1939) que, cuando llegó a Montelloso de Calleras, los animales la golpeaban; que si se acercaba a ellos la rehuían, que la rechazaban. Y que, por eso, ante la imposibilidad de adaptarse, empezó a tallar piedras. Este inicio, sin duda trucado por la memoria, resulta esclarecedor.

Con él, consciente de carecer de ninguna razón o intención previa, disfraza su pulsión creativa como una respuesta a un entorno en cierto modo hostil, convirtiéndola en un refugio o, quizá, una huida. Reconocerla así le permite no cuestionarse, eludir cualquier necesidad de justificación y crear libremente sus tallas, ajenas a pretensiones y, por supuesto, excluidas del concepto de arte vigente. Como vemos, el término Outsider art, aún sin conocerlo, como es caso de la mayoría de los creadores en él englobados, se trasluce bajo sus palabras.

Sin formación técnica alguna ni posibilidad de adquirirla, sus primeros acercamientos a la piedra fueron intuitivos; más buscando previamente la forma en la piedra y con una talla mínima que sacaba a la luz lo que ésta, explica, ya contenía. Aunque pueden ser consideras obras de una elaboración menor, esto no indica que sean obras de menor entidad, pues encierran en germen de lo que será su universo creativo. La dureza de la piedra, entonces elegida casi al azar, más por la forma que por la calidad, y un par de cinceles, marcan estas primeras obras donde la talla resulta más tosca, de apariencia más primitiva, en la que los detalles, más que tallarse, se graban, tornándose casi incisiones, contornos dibujados, respetando volúmenes.

De esta época una de las piezas más características son los pegollos conteniendo vírgenes, en los que aprovechando su forma piramidal y dependiendo de tipo de piedra, graba o talla vírgenes de apariencia hierática y de estólida expresión, casi ajenas. También los rostros imperturbables, de pequeño formato, apenas esgrafiados, que respetan casi de manera íntegra la piedra que los acoge, y que pueden ser interpretados como hombres o como ancianos dioses.

Posteriormente, aunque persista en el uso exclusivo de cinceles y punteros, adoptará la arenisca, por su consistencia más apta para la talla, como única piedra para su obra. Eligiendo areniscas de grano fino, de menor consistencia, podrá abandonar el condicionante de la forma, dejará de buscar lo que la piedra guarda, para imponer su talla.

Animales imposibles en los que se incrustan dos o tres cabezas humanas que revelan la necesariamente igualitaria relación entre unos y otro; parejas en abrazos confusos que admiten a terceros; familias, madres, niños y animales encaramados sobre ellos, se elevan como árboles; rostros de hombres desfigurados de los que brotan otros hombres; conforman un universo atávico y particular, poderoso.

Pilar Fernández Carballedo lo ha creado de forma intuitiva, respondiendo a aquella primera revelación del mundo en Montelloso de Calleras, manteniéndose al margen, sin concepción o pretensión formal, solo enfatizando significados que, aunque sumergidos en un pretendido inconsciente, afloran con los golpes del cincel.

RELIGIÓN

El tema religioso en es una constante en la obra de Pilar Fernández Carballedo; santos, vírgenes, cristos, se suceden y se repiten en madera o en piedra, con un adusto aire románico. Se puede decir que en ella tienen un carácter formativo, fue lo primero que empezó a tallar, no podía eludirlo.

En una ocasión le preguntaron por qué hacía lo que hacía, por qué esa influencia prerrománica o románica; a lo que ella respondió que hacía lo que veía. Lo que veía era románico y el románico habla de religión. No podía salir indemne.

DE ANIMALES Y HOMBRES

Un animal con tres cabezas de hombre, el cuerpo rotundo, la cola de vaca. La primera cabeza, los gestos velados, incompleta, mirando al frente, donde la vaca tendría su propia cabeza, las otras dos cabezas apoyadas sobre la primera, vueltas de espalda. Una extraña e irracional simbiosis que parece perfilar significados y se queda a las puertas. A Pilar Fernández Carballedo no le interesan los significados y, sí, la sugerencia, sí la posibilidad de que exista y se pueda trasladar a la piedra.

Un hombre, casi con pasión, abraza a un gallo y éste le devuelve el abrazo. Se destila ternura. Sin embargo, es el último abrazo. El hombre, de alguna manera, agradece al gallo su sacrificio, su renuncia a la vida, la carne con la que se alimentará. El gallo consciente, consiente. Su vida ha llegado hasta aquí. Ha transcurrido tranquila, a salvo de las fieras y del hambre. El gallo devuelve y el hombre cobra. Es una despedida. Detrás de ellos, en la otra cara de la escultura, la familia espera.

Una mujer, desnuda, se lleva las manos a la cabeza ante todo el horror que está viendo. La vida y la muerte se entrelazan y la rapiña de sexo asalta en cualquier parte. Es la vida exacta, brutal y sin condescendencia la que la ronda. A su lado un oso con cara de hombre y otro hombre colgando de la papada la ronda.

En otra, el mismo oso ha perdido el rostro humano y desfigurado, naturaleza pura, ataca, abraza, viola, a hombres o mujeres. La naturaleza se vuelve y se rebela.

Pilar Fernández Carballedo no busca significado, no explica, sencillamente muestra el mundo como ella lo siente, rememora lo que ha vivido.

«Las piedras vividas» (Museo Antón de Candás), puede visitarse hasta el 14 de mayo de 2023. El horario de visitas es de martes a viernes, de 17.30 a 19.30 horas; los sábados, domingos y festivos de 12.00 a 14.00 horas y de 17.30 a 19.30 horas. La entrada es gratuita.

Fotos: Llueve Servicios Fotográficos

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