aMarga sal – exposición Marga Sancho
Si sobre un medio húmedo se vierte sal, ésta absorbe el agua y con ella los pigmentos que pueda contener, creando un vacío de color bajo el que asoma el blanco desleído o el amarillo desvirtuado; lo incierto del azar en la disposición de los cristales de sal.
Es de esta sencilla -casi primitiva- técnica de la que se sirve Marga Sancho para componer un cierto número de obras (a la autora no le gusta nombrar ni las obras, ni dividirlas en series) entre las cuales hemos realizado una selección para componer un mural que hemos denominado aMarga Sal, en la que limita el azar mediante una gestualidad meditada, para componer así imágenes, superficies, de potente naturaleza plástica.
Hay algo cruel en ello. De igual manera que para eliminar las malas hierbas vertemos sal sobre ellas hasta ahogarlas en pura asfixia; Marga Sancho vierte sal para borrar, anular, los pigmentos, el sustrato que subyace bajo toda obra plástica, que ya han perdido el interés para valorar su ausencia.
La metáfora puede ser, se ha dicho, cruel; el resultado, sin duda, potente.
Pedro García
Marga Sancho (Oviedo, 1946) es una artista visual asturiana cuya trayectoria se caracteriza por la constante experimentación material y la profundidad expresiva, combinando su pasión por la creación artística con una intensa labor docente y social en Asturias, donde ha impartido talleres y proyectos en diversos ámbitos, incluidos centros educativos y penitenciarios. A lo largo de varias décadas, su trabajo ha evolucionado desde la cerámica y la escultura hacia la pintura, explorando formatos poco convencionales y una variedad de técnicas: desde óleos vibrantes y soportes táctiles hasta experimentaciones con materiales como el corcho, la piedra pómez o la sal sobre lienzo.
Su obra, íntimamente ligada a su experiencia vital y a un expresionismo emocional, manifiesta una búsqueda de autenticidad que rehúye modas y etiquetas, priorizando la comunicación sincera y la carga poética de la materia. Figuras humanas, rostros, máscaras y paisajes interiores se suceden en un universo iconográfico único, donde el signo, el color y la textura cobran protagonismo. Alejada del circuito comercial y de corrientes dominantes, Sancho es reconocida por su autenticidad, su aportación a la modernidad artística asturiana y su capacidad de fundir belleza y dolor en composiciones llenas de fuerza, reflexión y originalidad; por su libertad experimental, la ausencia de moldes fijos y el predominio de la expresividad subjetiva, la materia y las texturas.
Su evolución se ha venido realizando a través de fases no lineales, con constantes retornos y transformaciones personales que hacen de su producción un ejemplo de vitalidad y autenticidad en el arte contemporáneo asturiano y español.